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  • Foto del escritorLic. Dariana González

Terrores nocturnos ¿Qué son y qué debemos hacer?



Los terrores nocturnos son muy comunes en la población infantil. Estos se caracterizan por despertares repentinos de llanto y mucha agitación. Asimismo, están catalogados como parasomnias ya que afectan la calidad y cantidad del sueño. En resumen, podemos decir que son activaciones del sistema nervioso en la primera parte de la noche.

Taquicardia, gritos y un terror intenso suelen asustar a los padres, quienes intentan hacer reaccionar sin éxito al niño. Los ataques cesan cuando el niño se tranquiliza y vuelve a dormir, no recordando nada al día siguiente.


¿Qué son los terrores nocturnos?

Suelen confundirse con las pesadillas, pero la principal diferencia es que los niños que sufren pesadillas, recuperan la consciencia al despertar y recuerdan el sueño angustioso. En cambio, en los terrores nocturnos, el niño no suele recordar un sueño por más angustiante que parezca.


Un trastorno del sueño NREM

Los terrores nocturnos consisten en la activación motora paroxística (activación repentina del Sistema Nervioso que deriva en alteraciones, fatiga, taquicardia, sudoración, gritos, llantos, etc.) durante el sueño No REM (Rapid Eye Movement). Según Möddel y Heidbreder (2016) estas parasomnias se caracterizan por un despertar incompleto durante el sueño profundo (NREM) con una capacidad limitada para interactuar y mucha confusión. Estas afecciones deben distinguirse de las crisis epilépticas.

Otra gran diferencia con las pesadillas, es que las mismas suelen ocurrir durante períodos de sueño REM. Esta fase se caracteriza por presentar gran actividad cerebral y por ser la fase donde se dan los sueños más lúcidos (o pesadillas). Los terrores nocturnos se dan en el período NREM, en el que la actividad cerebral es menor y no existen sueños detallados.


El diagnóstico diferencial: la tranquilidad de los padres

La importancia de un diagnóstico diferencial es crucial para distinguir este fenómeno de las crisis epilépticas. Según Ellington (2018) los terrores nocturnos son comportamientos temporales y no causan problemas significativos. Igualmente, se debe actuar frente a ellos, algunos consejos importantes son:

  • Reaccionar con tranquilidad: Los padres deben tomarse la situación con tranquilidad y no intentar despertar al niño, quien seguramente volverá a dormirse.

  • Evitar movimientos bruscos: Los únicos riesgos son las autolesiones por lo que se debe limitar el margen de acción del niño durante el ataque.

  • Alimentación: Se recomienda evitar cualquier tipo de hábito que pueda perturbar el sueño. Un ejemplo puede ser una comida baja en azúcares y sin energizantes.

Un fenómeno benigno pero no insignificante

Las parasomnias están asociadas a una actividad irregular o inadecuada del sistema nervioso central durante el sueño. Generalmente, es un fenómeno benigno y temporal, las manifestaciones desadaptativas del sistema nervioso durante el sueño son comunes en niños que se están desarrollando (Ellington, 2018).

Igualmente, en ocasiones estas manifestaciones pueden deberse a otros motivos. Entre ellos un excesivo estrés para la edad, causado por problemas intrafamiliares o de adaptación al medio escolar.



Higiene del sueño: Una cuestión de hábitos

La desregularización que puede desembocar en los terrores nocturnos se da por diversos factores. Ya vimos factores externos e internos, pero otro factor que merece analizarse especialmente, son los hábitos relacionados al sueño.

Es muy común ver en la sociedad de hoy que niños, adolescentes y adultos realizan cualquier tipo de actividad en la habitación. Desde hacer ejercicio, hasta comer o mirar televisión. A estos, les llamamos hábitos desadaptativos. ¿Por qué? Porque el cuerpo se acostumbra a que tanto la habitación como la cama no se utilizan solo para dormir.

Al momento de ir a descansar, el cuerpo y más precisamente el sistema nervioso, no identifica la cama, la habitación y el momento como los correspondientes al descanso. En el caso de los adultos se produce insomnio en la mayoría de los casos, pero en los niños, estos hábitos alteran el nivel de alerta y pueden producir despertares durante el sueño NREM.


Hábitos de sueño: la mejor manera de prevención
  • La cama es para dormir: Se debe evitar que el niño realice otras actividades en la cama. Comer, jugar o ver televisión desde la cama puede provocar una desadaptación.

  • Respetar horarios: El ritmo circadiano de un niño en desarrollo debe ser ayudado por factores externos. Es por eso que debemos respetar horarios para ir a la cama. Así, el niño se acostumbrará a horarios fijos para dormir y su cuerpo no le pondrá resistencias.

  • Los hábitos: Antes de dormir se deben seguir ciertos hábitos, como lavarse los dientes, ponerse el pijama y apagar la luz. La repetición de estos hábitos todos los días ayudará al sistema nervioso a identificar ese momento como el de dormir, evitando alteraciones o microdespertares.

  • Luz: La luz es un regulador del ciclo circadiano, los niños deben dormir con la menor cantidad de luz posible. La interferencia de la luz puede provocar las activaciones del sistema nervioso durante el sueño NREM.

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